Aunque Amstrong diera un gran salto para la humanidad, la realidad es que la Luna ha quedado condenada al ostracismo en los últimos 50 años. Pero desde hace un lustro se están explorando varias vías:
Convertirla en una gasolinera espacial
Usar su tierra para mejorar la energía nuclear
Crear un nuevo resort al más puro estilo Marina d’Or-ciudad-de-vacaciones-dígame
Definir la propiedad de los recursos lunares (¿se hará un reparto como pasó con los polos?)
Cablear la superficie lunar para que llegue el 5G
¿Qué hay realmente detrás de este nuevo amanecer de la Luna?
Sin embargo, en la Luna no hay Bene Bono:
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La nueva carrera lunar
Un año después del histórico alunizaje de una nave india en la dark side of the moon (primera vez en la Historia, de ahí que lo de histórico), el país acaba de aprobar la mayor inversión que hará en el espacio (2.7. billones de dólares).
Rusia también lo intentó, pero se estrellaron un par de días antes que los indios.
China lanzó el Chang’e 6, que trajo por primera vez muestras de la cara oculta de la Luna.
Elon Musk, Bezos y Branson hacen lo propio y los americanos planean enviar otra vez astronautas a la Luna en 2026.
No es ciencia ficción ni simple propaganda de plantar banderas: empresas y gobiernos alrededor del mundo han comenzado a explorar seriamente el potencial comercial y científico de la Luna, impulsados tanto por ambiciones económicas como por intereses estratégicos.
Qué recursos proporciona la Luna
Los recursos lunares se presentan como una de las grandes motivaciones para esta nueva exploración. El agua congelada en los polos lunares es uno de los recursos más codiciados, ya que podría usarse para producir oxígeno y combustible, permitiendo que la Luna sirva como una "gasolinera" espacial para futuras misiones más allá de la órbita terrestre. Esta disponibilidad de agua también abre la posibilidad de sostener bases permanentes, una idea que Estados Unidos y China están desarrollando activamente a través de programas como el Artemis (proyecto de la NASA que utiliza la luna como antesala a las misiones de Marte) y el Chang’e, respectivamente. Japón también está en esta carrera, habiendo logrado el primer aterrizaje lunar "de precisión" este mismo año.
Otra motivación es la extracción de minerales como el helio-3, un isótopo raro en la Tierra pero abundante en la Luna, y que podría ser útil en el desarrollo de la energía de fusión nuclear. Aunque la tecnología para aprovechar el helio-3 aún no está completamente desarrollada, se cree que este recurso podría ser clave en el futuro energético global.
Sin embargo, es importante recordar que, hasta la fecha, no existe un marco legal que permita la "propiedad" de los recursos lunares. Los tratados internacionales, como el Tratado del Espacio Exterior de 1967, prohíben la soberanía nacional sobre cuerpos celestes, aunque el aprovechamiento comercial de recursos está en una zona gris que aún necesita ser abordada por la legislación internacional.
Motivos geopolíticos
El resurgimiento del interés lunar no es solo económico, sino también geopolítico.
La exploración lunar le permite a China, por ejemplo, posicionarse como una superpotencia tecnológica y espacial, algo que encaja bien con su narrativa de "rejuvenecimiento nacional" y con la necesidad de Xi Jinping de fortalecer la estabilidad y el orgullo nacional en un contexto de desaceleración económica y tensiones políticas internas. Este tipo de logros en el espacio no solo fortalecen la posición de China en el escenario mundial, sino que también ayudan a distraer a la opinión pública de los problemas domésticos, como el desempleo juvenil y la caída en la inversión extranjera. Y ahora con Trump de vuelta, habrá más lunas.
La misión Chang’e 6, por ejemplo, no solo representa un logro científico y un avance en la carrera espacial, sino que también es una declaración de poder y una muestra de prestigio internacional que asegura a China un lugar destacado entre las pocas naciones capaces de llegar a la Luna. Es la versión geopolítica de "haber conquistado el Everest", otorgando a China un nivel de respeto y reconocimiento similar.
Un nuevo mercado: infraestructura y turismo lunar
El desarrollo de infraestructura lunar es un mercado en crecimiento que algunas empresas privadas, en colaboración con agencias espaciales, ya están explorando. NASA, en su programa Artemis, ha invitado a empresas privadas como SpaceX para colaborar en el desarrollo de vehículos y módulos de aterrizaje, mientras que compañías como Lockheed Martin y Nokia están trabajando en establecer redes de comunicación en la superficie lunar para apoyar la exploración y las operaciones robóticas.
También existe el potencial para el turismo espacial. Aunque estamos lejos de ver guiris en sandalias y calcetines paseando por la Luna, compañías como SpaceX ya han lanzado propuestas para vuelos turísticos alrededor de la Luna y la órbita terrestre. Este tipo de iniciativas, aunque en sus primeras etapas, sientan las bases para un futuro en el que la Luna podría reservarse en Booking.
El enigma del negocio lunar
Entonces, ¿es la Luna un negocio real? La respuesta es tanto afirmativa como confusa. Por un lado, existen grandes posibilidades comerciales, desde la minería y el turismo hasta el desarrollo de infraestructuras. Sin embargo, el desarrollo de una economía lunar requiere enfrentar múltiples desafíos: altos costos de lanzamiento, complejidades logísticas, tecnología aún en desarrollo, y, por supuesto, un marco legal adecuado que permita y regule la explotación de estos recursos.
El negocio lunar está comenzando a despegar, pero sigue dependiendo de avances tecnológicos, inversión significativa, y acuerdos internacionales que puedan asegurar un desarrollo sostenible y colaborativo. Empresas como iSpace, Moon Express y Blue Origin están liderando el camino, pero el "negocio lunar" sigue siendo una mezcla de realidad y futuro incierto.