En abril de 2021, mi mujer y yo decidimos dejar nuestro piso de alquiler en Madrid para irnos a teletrabajar a Puerto de la Cruz, en Tenerife. Billete de ida, pero no de vuelta.
Antes de la covid, el uso del teletrabajo era poco frecuente en España. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 31,3% de los trabajadores ejercía su labor en algún momento en remoto antes de la pandemia. No obstante, según matiza la Encuesta de Población Activa (EPA) del organismo público, tan solo el 4,8% de los ocupados lo hacía más de la mitad de los días, muy por debajo de países como Países Bajos (14%), Finlandia (13,3%) y Luxemburgo (11%).
El teletrabajo ha puesto en evidencia otra de las ventajas de trabajar en una empresa tecnológica. En este sendio, la política de mi empresa actual (Alibaba) me permite basarme en cualquier punto dentro de territorio español. Dicho y hecho. Han sido unos meses memorables en Canarias, y un soplo de aire fresco (o subtropical) después de pasar los momentos más duros de la pandemia en una casa abuhardillada, sin balcones ni terraza. Echando la vista atrás, me gustaría compartir algunos aprendizajes y reflexiones. El moreno no está incluído.
El potencial oculto de Canarias
Lo cierto es que hemos sido más de aguas mediterráneas que de aguas atlánticas. Más de islas pitiusas que de macaronésicas. La intención original era teletrabajar desde Menorca o Ibiza.
Durante la pandemia, el Gobierno habló -tímidamente- de convertir a España en un hub de teletrabajo de referencia mundial. Tenemos sol, playas, buena gente, buena comida, infraestructura, gastronomía, calidad de vida… ¿qué puede salir mal? Pero significa también competir con otros países y regiones: Portugal, Croacia, Mexico, Caribe, las visas de Helsinki para atraer trabajadores de Silicon Valley y un larguísimo etc. Sin embargo la competencia ya empieza a nivel interno, y se trata de Canarias vs Alicante, Barcelona vs Valencia, Málaga vs Ibiza, etc.
Este artículo de noviembre del 2020, en plena remontada de casos tras un verano de espejismos, nos hizo click:
La primera región de España que hace público su KPI. Desconozco si a estas alturas han llegado a cumplirlo, aunque sus esfuerzos por convertirse en el Bali europeo se dejan notar, despertándonos ese “no conocemos nada Canarias, y además es barato y hace bueno todo el año”. La realidad, una vez allí, es que las comunidades de remoters eran reales, y que las iniciativas e infraestructuras, también.
Un ejemplo es Nacho Rodríguez y su comunidad Repeople, ya una referente del teletrabajo a nivel mundial, y del lifestyle digital nomad. En 2015, Nacho empezó el que es hoy el mayor evento en Europa de trabajo en remoto, al que le siguieron la apertura de espacios de coworking y coliving en Gran Canaria.
Ahora se adentra en una nueva aventura llamada Work in Cholas (“cholas” son las “chanclas” para los godos). 800 m2 de espacio de trabajo flexible y actividades para generar comunidad, con las mejores vistas de la costa este de Gran Canaria y al lado de la playa de Salinetas.
Otra iniciativa local es Pueblos Remotos, que nace en este 2021 como una experiencia para atraer teletrabajadores de todo el mundo a vivir en sitios recónditos y únicos en Tenerife (y ahora expandiéndose a otras islas). ¿La premisa? En la intersección entre la nueva economía, el turismo sostenible, la digitalización y el emprendimiento, hay un nuevo camino: la ruralidad conectada.
En cuanto a iniciativas extranjeras, la primera inversión de Outsite en España (una startup californiania que ha creado un concepto que podría resumirse en when WeWork meets Airbnb) ha sido precisamente en Canarias (Fuerteventura) con precios desde 300$ la semana, todo incluido.
+133% más ricos y más felices
En nuestro piso de Madrid, entre alquiler y gastos (luz, gas, agua, Wifi) nos poníamos en 1600€ al mes. En Tenerife, lo teníamos todo cubierto por 1200€ (33% de diferencia). No era la casa más barata, ya que había mucha estancia de 900-1000€, pero ya que nos íbamos unos meses, quisimos darnos caprichos en localización y prestaciones. A esto hay que sumar los gastos del día a día, también por debajo de la media madrileña.
Si comparamos salarios medios de Madrid (€2019) y Canarias (€1324), nos ponemos en un 53% de diferencia. Y lo mismo si hubiéramos elegido en su lugar Cádiz, Alicante o Málaga.
Aunque, por mucho que saquemos datos de salarios o poderes adquisitivos, no podemos dejarnos el intangible, lo incalculable que ha sido la libertad de vivir delante del mar (recordemos que somos losers de secano), andar en bañador y chanclas y disfrutar de unas worklidays cerca de la naturaleza.
En los momentos duros de la pandemia, se abrieron los debates de guerras fiscales o de si era justo cobrar el sueldo de una ciudad si se iba uno a vivir al campo. Por ejemplo, cuando se produjo la diáspora de trabajadores de Silicon Valley, huyendo de alquileres estratosféricos y atascos continuos, rumbo a Mexico y otros lares más llevaderos. Facebook, Google, Salesforce y cía, también se encargaron de recordar que “ok, go remote, pero cobrarás un 25% menos”. Si me plantearan esta opción, me bajaría el sueldo para poder teletrabajar. Aunque habrá empresas que lo mantengan, mejorando en competitividad.
Airbnb es el king, pero:
Airbnb es el king en toda esta historia. Básicamente porque cuando sabíamos que nos queríamos ir a teletrabajar cerca del mar (aún no sabíamos que iba a ser Tenerife), pusimos nuestra imaginación a volar y la elección de la casa iba a ser determinante para elegir el destino. Además, la facilidad de no tener que lidiar con facturas de luz, gas, wifi, y tenerlo todo en un mismo pago mensual es algo que agradezco mucho a toro pasado. Y la bajada de precios por larga estancia durante 2020 y parte 2021, también ayudaba.
Sin embargo, nos encontramos con viviendas que no estaban preparadas para convertirse en “hogar” para varios meses, sino que seguían siendo de alquiler (corto) vacacional, como cocinas poco preparadas o servicios de limpieza y lavandería inexistentes. Parece, no obstante, que se están poniendo las pilas.
El wifi iba como un tiro
Comparando conexiones con varios colegas que trabajan en Madrid, Reino Unido y Estados Unidos, resultó que la fibra de casa en Tenerife rozaba los 400mb reales de subida y bajada (versus 250mb en los otros casos). La misma veloz experiencia durante las semanas que pasamos en la Gomera y Fuerteventura.
Empadronarse es una buena idea
Si vas a pasar más de 90 días en Canarias, te recomiendo que te hagas residente para poder disfrutar de bonificaciones del 75% en billetes de avión y barco (inter islas y hacia/desde la península). El proceso se puede iniciar online en la web del cabildo correspondiente (por ejemplo, Tenerife).
Vivir con el sol
Estar basado en 1 hora menos de las oficinas con las que más trabajo (Madrid/París y Milán; con China ni hablemos), ha forzado el despertar con un evidente adelanto. Estos meses han tenido un impacto importante en la organización de mi rutina, empenzando con el deporte por la mañanas y cenando mucho antes. El resultado: 4 kg menos.
No sé cómo no lo hicimos antes
Todo acontecimiento tiene su cara B, y la pandemia ha puesto en marcha algunas (muy) buenas iniciativas como montar una fiesta con empresas, tecnología, sociedad y leyes; aunque éstas acaben llegando cuando el resto ya van por la 4ª copa.
Esto, unido a nuestra situación personal (viviendo de alquiler y sin más responsabilidades que nosotros mismos) nos ha abierto una ventana al “pero, y si”. Y no hemos sido, ni mucho menos, los únicos.
Lo único que nos echo en cara, es por qué no lo hicimos antes.
Bonus track
Otra ventaja de haber vivido una larga temporada, es que dejas de ser un turista y creas una rutina como un local. No hay prisa por visitarlo todo o por bajar a la playa todos los días.
Estaría feo no compartir todos esos lugares, bellos, únicos y deliciosos, muchos de ellos alejados del turismo de masas. Así que aquí están.