#118 🐢 Semanas de 3 días: productividad y autonomía
Movimientos slow, trabajadores agotados y profecías de Bill Gates
En Estados Unidos están cerca de votar la semana de 32 horas (4 días laborables) para trabajadores “nonexent” o por horas (grupo que incluye trabajos manuales o físicos, trabajos administrativos de bajo nivel y ciertos trabajos en ventas. Por ejemplo, un cajero de supermercado).
La semana de 4 días dejaría de ser uno de esos experimentos que sólo ocurre en pilotos en Islandia, Finlandia o Valencia, para darle totalmente la vuelta: ¿cómo vas a justificar que tus empleados tengan que trabajar 5 días?
Algunos países como China estarán salivando: siempre va a haber alguien que trabaje más que tú. En Europa, respiramos más tranquilos: por fin los yankees han entendido eso de las vacaciones. Pero ahí entramos en un juego de productividad en el que participan la IA, derechos y modelos económicos.
Aún así, cuando pregunto si veremos las semanas de 4 días laborables, muchos no lo creen. ¿Y si te digo que viviremos las de 3 días?
Productividad vs calidad de vida
“Durante décadas, los trabajadores han estado trabajando más horas mientras la productividad se ha disparado; sin embargo, en ese mismo período, los salarios se han mantenido estancados. En promedio, un trabajadores en Estados Unidos trabaja 200 horas más al año que cualquier otro trabajador en otros países desarrollados. La pandemia de COVID-19 ha transformado la conversación sobre el futuro del trabajo. Es hora de que Estados Unidos priorice igualmente la calidad de vida y la productividad.”
Este es el contexto detrás de la histórica votación del Thirty-Two Hour Workweek Act o semana de 32 horas.
Otro informe de McKinsey de 2023, esta vez enfocado en el trabajador altamente cualificado indica un sentimiento de “bastante” o “muy” agotado en el entorno laboral.
¿Por qué queremos una semana más corta? (o fines de semana más largos).
Los movimientos “slow”
Con la Revolución Industrial hemos entrado en la era de la velocidad. Más crecimiento y más productividad, mayor inmediatez en el consumo. Más margen. Más deprisa. Más cuota de mercado. Harder, Better, Faster, Stronger. En el libro “In Praise of Slowness” (Carl Honoré, 2004) el periodista pasea por la Historia moderna para recopilar todos aquellos movimientos que precisamente no quieren pisar el acelerador sino disfrutar del paisaje.
El fenómeno “Slow Food” parece ser el primero de ellos: unos activistas protestaban en los 80 por la apertura de un McDonald’s al pie de las escaleras de la Piazza di Spagna en Roma. Cómo se le ocurre al payaso cascar un McDonald’s ahí. Su manifesto se podría resumir en:
A los que confundís la eficiencia con el frenesí, paraos a saborear cada bocado y aroma de la rica gastronomía local.
El autor sigue explorando otras disciplinas: Slow Medicine, Slow Parenting, Slow Cities… y cómo no adentrarse en la disciplina que más practicamos: Slow Work.
Tim Ferris y su “Semana de 4 horas” (ojo, horas, no días) es una de las revoluciones más recientes en términos de productividad y balance. Su premisa trata de cómo externalizar parte de tu trabajo para escalar tu productividad. Sí, es una solución, pero no ataca el problema de raíz: la autonomía.
Burnout y autonomía
La mayor diferencia entre el trabajador típico de 1938, cuando se estandarizó la semana laboral de 40 horas en EEUU y el típico trabajador de oficina agotado de hoy en día es la autonomía. Si trabajabas como oficinista en la era de la Depresión, tenías poco control sobre lo que hacías durante tu turno: fichabas, ejecutabas (o no) tus tareas asignadas, fichabas de salida.
En un rol de oficina del siglo XXI, la situación es justamente la opuesta. Ahora tienes casi total control de cómo utilizas cada minuto de tu tiempo. Nadie te pide que fiches de entrada y salida. En su lugar, te van a exigir, en un sentido poco definido pero urgente, que estés disponible y seas receptivo y que hagas las cosas. Get shit done.
Esta autonomía ha permitido que el trabajo del white-collar moderno evolucione de manera desordenada hacia una configuración cada vez más insostenible. El problema en esta evolución no es cuántas horas se te pide que trabajes ahora, sino el volumen de trabajo que se te asigna.
Y con volumen me estoy refiriendo a desde contestar un email o un chat a completar un proyecto. Cuando estas tareas alcanzan un volumen que nos hace cortocircuitar y bloquean nuestra habilidad para priorizar, es cuando la ansiedad puede ser difícil de gestionar para muchas personas. Y entonces llega el famoso burnout. Estoy quemao.
Slow Productivity
El libro de Cal Newport ha sido la verdadera inspiración de este post. En “Slow Productivity: The Lost Art of Accomplishment Without Burnout”, publicado hace a penas 2 meses, pone en duda que el Slow Work realmente sea la solución al desgaste profesional, porque el menor número de horas de trabajo per se no soluciona esa gestión imposible de tareas. No ayuda a poner foco.
No es tanto el número de horas como la manera de trabajar. El “un poco todos los días”. Para ello se fija en personalidades históricas y en sus métodos de trabajo para obtener, en mi opinión, 3 claves fundamentales:
🔭 Isaac Newton y Galileo Galilei tenían un enfoque metódico que le permitieron hacer descubrimientos revolucionarios. Dedicaban largos períodos a la reflexión profunda y la experimentación y a concentrarse intensamente en su trabajo durante largos periodos.
Oblígate a bloquearte varios momentos a la semana para reflexionar y a volver a pensar qué es lo importante: qué proyecto debería salir antes y cómo, a qué email tienes que darle otra vuelta, qué personas de tu equipo necesitan más ayuda…
📖 Jane Austen: a pesar de sus responsabilidades domésticas, Austen logró escribir novelas inmortales porque creó un espacio para un trabajo profundo e ininterrumpido.
Piensa dónde eres más productivo: desde la oficina, desde casa, desde una zona intermedia (coworking, casa en el pueblo, etc).
🥼 Albert Einstein y Charles Darwin sabían equilibrar muy bien la balanza entre sesiones de trabajo intensas y actividades de ocio como tocar el violín (Einsten) o caminar, leer y socializar (Darwin), lo que les ayudaba a mantener sus habilidades creativas y cognitivas en plena forma.
A mí me funciona hacer deporte con mi mujer, sentirme pirata con mi hijo, salir a conciertos cada vez que puedo o mantener Hola Mundo Tech cada semana, mismamente. No subestimes tus hobbies. No estás perdiendo el tiempo. Todo lo contrario: te permite ver los problemas desde otra perspectiva.
Semanas de 3 días
Termino con una entrevista que le hicieron a Bill Gates en la que, además de hablar de pickleball (a esto le dedicaremos otra entrada), habla sobre el impacto de la IA en el trabajo y el trabajo en sí mismo.
Viene a explicar que no ve en absoluto utópico una semana de 3 días en los próximos años. ¿Por qué? La AI será capaz de hacernos tareas como la comida, presentaciones, informes, reemplazar procesos en los que se involucran a millones de personas, devolviéndonos tiempo.
Tiempo para entender mejor qué queremos conseguir, en qué deberíamos aprender.
Tiempo para dedicarnos a la vida y ayudarnos a envejecer mejor, ya que el único hecho que no es una visión ni una profecía es que todos vamos a morir.
Ahí tenemos a Bill, con 68 años y mirando hacia atrás mientras juega un poco con el business case de la longevidad.
Reflexionaba precisamente sobre este tema de la semana laboral de 4 días en LinkedIn el otro día, y justo después de leerme el libro de Tim Ferriss. No sé, entiendo que desde el ámbito político se quiera forzar ese cambio, pero creo que son las mismas empresas las que deberían de dar más flexibilidad a sus empleados por motu propio, que no necesariamente tiene que ser reducir su jornada laboral en término de horas...