Este es el primero de una serie de capítulos en los que comparto mis reflexiones y experiencias trabajando y conviviendo con empresas, profesionales, socios y partners chinos en los últimos 5 años.
En la carrera hacia la cuarta revolución industrial, China le está ganando la tostada a Occidente. La inversión en computación cuántica (seguramente el santo grial de la tecnología en el presente siglo), educación, inteligencia artificial, infraestructura de telecomunicaciones como el 5G, criptografía, guerra electrónica… está suponiendo un punto de inflexión en quién tiene el poder y los recursos para hacerse con el control del mundo. Quizás toda esta inversión se nos haga más tangible si mencionamos marcas comerciales como Alibaba, Tencent y su WeChat, Tiktok, Xiaomi, Huawei, Oppo, Alipay… Además de estos gigantes tecnológicos, los unicornios chinos aparecen como setas, y en lo que llevamos de 2021, se han producido 34 salidas a bolsa de EEUU por empresas chinas.
En todo 2020, se produjeron más IPOs en China y en Hong Kong que en todo Estados Unidos, Europa, Japón y Australia juntos.
Cada vez es más común exponernos a interacciones con empresas y profesionales asiáticos (especialmente chinos), por lo que una nueva skill a desarrollar cuanto antes es la empatía para ayudarnos a trabajar (y avanzar) con una cultura radicalmente distinta.
Mi aventura en Alibaba me puso en primera línea de la empatía: en 2017 me contrataba una compañía con más de cien mil empleados, de los cuales apenas 500 estaban de fuera de China, para lanzar un modelo de negocio nuevo en Europa. Reportando a la sede en Hangzhou (a 7 y 8 horas de diferencia), lanzando el negocio en países con una importante diferencia cultural (España vs China, Francia vs China), pidiendo financiación y recursos a equipos con distintos niveles de inglés, comunicando proyectos de staffing up de contratación de decenas de nuevos empleados europeos, buceando entre herramientas y reportings en perfecto mandarín. Un larguísimo etcétera de situaciones y yo sin saber ni una palabra de chino. Imaginad la diversión y el aprendizaje, que para mí resulta impagable.
Cuando empezó mi aventura en Alibaba, el shock cultural apareció desde el proceso de entrevistas. Eran constantes las confusiones con los nombres y los emails, con algunos episodios bastante graciosos -incluidos los clásicos “gracias señora”, pero refiriéndome realmente a un tipo con bigote poco poblado de metro noventa de la provincia de Liaoning-. Tampoco podía encontrar a las personas relevantes en LinkedIn, ya que es una red minoritaria en China: prueba mejor en Maimai y Zhaopin.
La primera semana me enviaron a la sede en China para pasar una serie de trainings y presentaciones con los equipos basados allí. Ya en el programa de introducción a la compañía, teníamos una clase muy especial: Intercultural Training for Overseas Employees (programa intercultural para empleados extranjeros).
Se producía además en un contexto de cambios en el grupo Alibaba que lo llevaría al siguiente nivel: se empezaba a hablar de internacionalización de la compañía (menos dependencia de China), aparecían programas de captación de talento de fuera de China (Jack Ma llegó a comunicar que se empezarían priorizar candidatos con estudios superiores y MBA en países occidentales), se mejoraron muchas de las herramientas de trabajo para hacerlas en inglés y más accesibles, e incluso se empezaron a diseñar los 6 valores actuales de la compañía para acompañar esta dirección de globalización.
El objetivo del intercultural training no era otro que el de suavizar ese impacto cultural, a través de ejemplos, situaciones y técnicas. Lo primero de todo es entender que detrás de la directora de operaciones o del manager de ventas, hay una persona con unos valores y una filosofía distinta a la nuestra (si no eres chino).
Estos valores y filosofía tradicionales siguen teniendo un profundo impacto en la manera de ser, pensar, comunicar y hacer de la sociedad china.
Looking forward to the next chapter...